Políticas públicas para una cultura libre. Tema 2 #encirc14

Participación ciudadana y brecha digital

Tarea del tema 2 Políticas públicas para una cultura libre de Artica Online

Defensa teórica

“Es necesario encontrar nuevos  modelos de gestión cultural más centrados en promover la cultura como un bien común y no entendida como una mercancía.” Jaron Rowan

 

Como vimos en ¿Qué es la cultura libre?, el reconocimiento de los derechos culturales permite la defensa teórica del acceso equitativo a las vida cultural y la incorporación de compromisos para “promover la participación activa “y asegurar el acceso justo e igualitario a los recursos culturales”. Annamari Laaksonen defiende en Dibujando el mundo: Derechos, responsabilidades y ciudadanía cultural, que las políticas culturales basadas en la participación y el acceso a los procesos culturales permiten el desarrollo de los derechos humanos culturales, conectando la cultura con otros derechos como el acceso a la información, la libertad de opinión y de expresión, la educación, la autodeterminación y la asociación: “por lo tanto, las políticas culturales públicas, asumiendo uno de los mayores retos de nuestro tiempo, tendrían que asumir, fomentar e impulsar todas las vías que permitan un aumento del acceso a los bienes culturales artísticos.” (CoNCA, Informe anual sobre el estado de la Cultura y de las Artes en Cataluña 2010).

Por un lado, quiero hacer referencia a la Mesa de Cultura Libre de la Cumbre del Buen Conocer de mayo de 2014 donde se proponen una serie de medidas que de alguna manera garantizan el derecho a participar en la vida cultural al tiempo que aseguran la libertad de los usuarios para acceder y disfrutar del arte y la cultura. Una de estas propuestas esenciales para garantizar los derechos mencionados es “el apoyo estatal al microfinanciamiento y la colaboración comunitaria de proyectos culturales”, estableciendo mecanismos para que las personas propongan sus ideas y para que se reciba el apoyo económico y humano para la concreción de las mismas. Indispensable el reconocimiento de la libre circulación de las producciones que se deriven de dichas actividades o proyectos.

Por otro lado, me interesa la defensa de “Una Internet libre, universal y abierta donde los ciudadanos pueden expresarse y comunicarse de forma democrática facilita la circulación de una mayor diversidad de expresiones culturales” que se hace en Políticas públicas para una cultura libre.

 

¿Por qué a través de las TIC?

En su obra Arte, Ciencia y Tecnología, Pau Alsina afirma que “El desarrollo de las Tecnologías de la Comunicación ha generado un nuevo contexto social en el que las relaciones sociales se hallan mediadas “por artefactos o elementos no humanos que intervienen decisivamente en la relación” (pp. 19). El arte de los nuevos medios y las propuestas que ofrece Internet, las nuevas tendencias y lenguajes que se inclinan hacia la interacción con el territorio y el público “potencian nuevas formas de comportamiento, donde los usuarios pueden ser a la vez receptores y creadores, al diluirse la antigua unidireccionalidad entre la creación-producción-distribución y el acto de consumir” (L. BONET, Transformaciones y paradojas en el comportamiento económico del sector cultural. En La cultura, un motor económico. Cultura, pp 50). La misma visión nos da Alsina cuando afirma que el uso de las TIC e Internet “generan cambios significativos en el ámbito del consumo y producción cultural, en donde el usuario se vuelve también coproductor, o productor”.

Para Bonet, los nuevos canales crean sus propias lógicas de intercambio cultural transformando los procesos creativos y de acceso a la cultura, los modelos de negocio y las implicaciones económicas y legales del sistema cultural en un proceso en el que se deconstruyen los mecanismos de producción y de reconocimiento de valor.

Conjugando lo mencionado anteriormente, defiendo como esencial la creación de espacios públicos a disposición de la comunidad para el desarrollo de proyectos desde la proximidad, la autogestión y la participación comunitaria, con las TIC como herramienta esencial para el diseño de plataformas de participación a través de las cuales gestionar las demandas de la comunidad y diseñar a través de sistemas participativos y asamblearios los diferentes proyectos y actividades, que permitirían la toma de decisiones por parte de los protagonistas sobre las actividades y proyectos que deberían realizarse. De esta manera, la persona consumidora de cultura pasa a participar en el proceso, convirtiéndose en creadora y productora de cultura. Van a ser las mismas comunidades partícipes, los agentes protagonistas del uso que se le de al mismo espacio.

 

Para ello, es imprescindible, por un lado, el emponderamiento de las personas para que sean conscientes de sus derechos culturales y de acceso al conocimiento. Y, por otro lado, poner a su disposición las herramientas necesarias para poder convertirse en protagonistas de sus propios procesos.

A partir de la reflexión teórica sobre los cambios que las Tecnologías de Información y la Comunicación han provocado en los procesos de acceso a la cultura y el conocimiento y en la producción de los mismos, se hace necesario dar un paso atrás. Hoy día, a las limitaciones en el acceso técnico a Internet o el uso de terminales, hay que sumar las dificultades en la adquisición de los conocimientos y las herramientas necesarias para poder aprovechar el recurso de Internet. Es lo que llamaríamos la brecha digital, que no únicamente hace referencia a la posibilidad técnica de acceder a Internet sino que también describe la exclusión que se puede producir debido a los distintos niveles de alfabetización digital a los que puede acceder la población. No facilitar a las personas las herramientas necesarias para poder aprovechar las herramientas y recursos que facilita la World Wide Web limita las posibilidades de las mismas de ejercer sus derechos culturales, de la información y de la comunicación. Nos encontramos en una situación en la que, si bien las TIC han generado un nuevo contexto social, ciertos sectores de la población, además de no ser partícipes de dicho cambio, entran en un proceso de exclusión social en el que el desconocimiento y la imposibilidad de acceso a las tecnologías implica la limitación en el acceso al conocimiento, la información y la cultura.

Si bien, las TIC en espacios con acceso libre y gratuito a Internet facilitarían en cualquier caso la participación de los ciudadanos a través de plataformas digitales, en un primer lugar se hace necesario poner a disposición de la comunidad los conocimientos necesarios. A través de la alfabetización digital (que ya se realiza desde las administraciones públicas y organizaciones del tercer sector que abogan por la inclusión digital de las personas) y, yendo un paso más allá, facilitando recursos para promover la mentoría digital, se facilitaría el proceso de adquisición de las habilidades necesarias para la autogestión de estos espacios y de sus actividades y proyectos a través de la TIC. Las políticas públicas de alfabetización digital junto con las acciones de mentoría facilitarían a los ciudadanos el poder crear espacios y plataformas de participación garantizando así el acceso de las personas a los nuevos formatos y posibilidades de consumo cultural y, por qué no, de creación o producción de cultura. Además, daría a estas personas la oportunidad de participar en sus propios procesos culturales.

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